La Liga

Organización trotskista fundada por Jorge Guidobono en 1992 en Argentina. Periódico: BANDERA ROJA: "Revolución Socialista o más Barbarie Capitalista". Sede: Sgo. del Estero 159, 1º 3 (1075) Bs.As., Argentina - 54-11-4381-6433 Mail: ligasocialistarevolucionariaar@gmail.com

lunes, 20 de julio de 2020

Apoyo a la lucha en prensa.

La Liga Socialista Revolucionaria apoya la lucha que está realizando el gremio de prensa, por una urgente recomposición de los salario que, producto de la inflación y devaluación, dos tercios de los mismos quedaron diluidos por debajo de la canasta básica.

Destacamos la iniciativa de los compañeros de SiPreBA para revertir esta situación. Vemos imprescindible superar la no-afiliación mayor al 50% en el gremio y la fragmentación en cuatro sindicatos de prensa con el fin de viabilizar mejor la fuerza de la lucha laboral, que creemos se sintetiza en la creación de un sindicato único de medios de comunicación, que incluya a todos los sindicatos de los medios.

Por otro lado estamos convencidos que la única independencia de clase, que no termina en conciliación, solo se logrará cuando millones movilizados terminen con el mundo capitalista dividido en clases, y construyamos un sistema nuevo revolucionario, sustentable, moderno y ecológico, respetuoso de la naturaleza y de nuestras propias fuerzas sociales de producción para todos y todas.

Convocamos a quienes les interese organizarse alrededor de estas ideas, al mismo tiempo que a organizarnos sindicalmente por nuestros derechos inmediatos, con la más amplia pluralidad política e ideológica.

Claudio Anibal Andreotti.
Liga Socialista Revolucionaria.
Trabajador del diario Página12.

jueves, 11 de junio de 2020

Cuarentena, represión y control social

En una situación social sin precedentes, los Estados nacionales tendieron a desplegar una serie de medidas sumamente disímiles en extensión e intensidad, pero que en rasgos generales tienden a llevar un control más estricto del desplazamiento de la población.
El estado argentino, impuso un aislamiento “social, preventivo y obligatorio” y tomó medidas para garantizar que la gente se quede en sus casas, las que  incluyeron desde más policía en la calles, parando a transeúntes, conductores y pasajeros –en general que acuden a sus lugares de trabajo–, hasta ciber-patrullaje para medir el “ánimo social”. Esta política se acompañó mediáticamente, promoviendo la denuncia por lxs vecinxs de quienes no cumplen con el aislamiento. 
En su primer discurso anunciando la “cuarentena”, el Presidente argumentó que era una necesidad por la cantidad de gente que una semana antes había salido en masa hacia la costa. Y se refirió a la pandemia en términos de "guerra contra un enemigo invisible", que se encuentra potencialmente en cualquier lugar y puede atacar cuando sea –lo que remite a otros “enemigos” tan actuales como el “terrorismo”–. 
Desde un comienzo quedó claro que incumplir la medida tendría consecuencias penales y los infractores serían detenidos. A principios de abril eran más de un millón y medio las personas detenidas y demoradas en todo el país (Perfil, 7/4/20).

La pátina de la solidaridad

El lema “cuidate, cuidanos” hace referencia a pensar en el otrx, a entender que lo que hagamos puede tener consecuencias en el resto de la sociedad, en una palabra: a la SOLIDARIDAD. Sin embargo, va a contracorriente del sistema en que vivimos, que se rige por las ganancias para unos pocos a costa de las miserias de muchos, que fomenta la atomización de las relaciones sociales y el individualismo. Por eso no se puede querer pasar de la noche a la mañana a una conducta social opuesta, a “sobreponer el interés colectivo al individual”. Para que la cosa funcione, a quienes tienen el poder les resulta indispensable imponer una regla desde la autoridad estatal y respaldarla con la fuerza bruta: sin la pata represiva, sin el rol de la policía, esta sociedad difícilmente cumpliría con el aislamiento a rajatabla como lo está haciendo, o no tan rápidamente como lo hizo (a 50 días, el acatamiento a nivel nacional se sostenía en más del 90%). 
La resolución horizontal en que la propia sociedad pueda darse reglas para lidiar con esta emergencia, que no impliquen una dimensión represiva, no es siquiera sugerida. Una práctica solidaria colectiva real sólo podría ser posible en una sociedad distinta, dónde la prioridad la constituya el bienestar de las personas y no el lucro de unos pocos. 

El falso “cuidado” policial

En este marco, aprovechan para profundizar en lo que siempre han hecho: querer convencernos de que la policía es “necesaria” porque está para “cuidarnos”. Quieren convencernos de que vigilar, controlar y dar órdenes son formas de cuidado. Pero cuidar no implica acallar a otrx o negarle sus derechos, someterlo o ningunearlo. Cuidar es reconocer al otrx como semejante, en el marco de un vínculo caracterizado por el buen trato, el miramiento y la empatía. Pretender que las agencias represivas van a desplegar semejante tipo de vinculación cuando su accionar implica violencia e imposición, con prácticas sistemáticas que van desde el hostigamiento hasta la tortura y el asesinato, es una falacia.
No obstante, el nivel de legitimación de las fuerzas de seguridad hoy ha llegado a niveles impensados. Lo que antes se daba fundamentalmente en villas y barrios aledaños, y por “portación de rostro”, se extendió a toda la sociedad. En estas semanas las policías desplegaron operativos que controlan el desplazamiento físico masivo de la población como no se veían hace décadas. Lograron que se acepte la idea de que está muy bien que te detengan, te pidan el documento dentro del colectivo o circulando por la calle, dado que esas intervenciones se presentan e interpretan como un Estado “presente” cuidando a la población en su conjunto de quienes no cumplen con la cuarentena y de las consecuencias que eso podría traer. Es un gran logro de la burguesía que intentará capitalizar, sobre todo, después de la pandemia.
Mientras, como era de esperar, en los sectores donde ya existía la represión y el control, se profundizan y se hace más patente la triplicación de la presencia policial en las calles. Para lxs hostigados de siempre, lxs perseguidos, lxs que habitan villas y barrios populares, el “cuidado” de la policía se traduce hoy en más violencia que de costumbre.

La ventana indiscreta

El rebote social se expresa en las denuncias de vecinxs que también cumplen un rol de vigilancia tácito, denunciando a quienes consideran que no acatan con disposiciones del Gobierno, “colaborando” con el Estado en su rol de controlador. Las denuncias de la sociedad civil, la existencia de la delación, siempre son un componente importante en el despliegue de políticas masivas de inteligencia, acciones que encuentran un campo fértil en el individualismo imperante antes aludido. 
La línea de atención telefónica que el Estado puso para este fin recibe cientos de llamados por día. En el mismo canal de denuncia se mezclan tanto la “violencia institucional” como supuestas violaciones del aislamiento por particulares, confundiendo y equiparando hechos de una gravedad, y con un origen, muy diferente.
Mientras tanto, en el INADI las denuncias por discriminación también van en aumento: según datos de principios de abril, el promedio diario se había incrementado en un 40%. Más de la mitad (53,5%) estuvieron vinculadas a una lógica de “chivo expiatorio” en relación a la pandemia, hacia personas y grupos percibidos como más “peligrosos” respecto a la posibilidad de transmisión del virus. El 11% de los casos refirieron a situaciones de xenofobia por la nacionalidad y las de racismo hacia personas de origen asiático aumentaron un 45%. La discriminación también se orientó hacia quienes trabajan en el sector salud u otras actividades esenciales, y personas que contrajeron la enfermedad o sospecharon de padecerla, que sufren hostigamiento y amenazas para que se retiren de sus viviendas en edificios, por el supuesto mayor riesgo de transmisión. También registraron que el aislamiento obligatorio llevó a un aumento del 7% en malos tratos y discriminación hacia personas con discapacidad, impidiéndoles ingresar a supermercados o prestándoles una atención deficiente en las obras sociales.
Sin dudas, detrás de la propaganda que busca instalar el modelo “asiático” de alto control sobre el desplazamiento e interrelación de la población como el camino del éxito contra la pandemia, asoma la consolidación de la era del control virtual. Han trascendido detenciones basadas en publicaciones en redes sociales por supuesta instigación a cometer delitos, lo que nos remite directamente a las ocurridas durante el macrismo por casos similares (supuestas amenazas al presidente). La tarea de inteligencia de las agencias represivas del Estado sobre las cuentas virtuales se consolida y, más allá de pretendidos objetivos de medir “el humor social”, la potencialidad para recabar información sensible y personal en ese espacio se ha vuelto más real que nunca. Si hasta ahora la cantidad de información producida por nuestros celulares, cuentas en redes sociales, compras online y cámaras de seguridad, entre otras, se presentaba como una avalancha de datos difícil de clasificar en su totalidad, es claro que los esfuerzos públicos y privados irán hacia consolidar el procesamiento de toda esa información desagregada por cada individuo, a la par de que se producirán nuevas y mejores formas de recabar información. Ya se habla de múltiples aplicaciones que controlarán desde el desplazamiento en las calles hasta el distanciamiento dentro de las empresas. En esto ya hacían punta las firmas chinas, y con la explosión del mercado, es probable que consoliden su primacía en lo que aparece como un nuevo nicho estratégico.

Ni liberación ni masiva

Las protestas y represiones en las cárceles son sin duda una continuidad exacerbada en este marco, con sectores que piden endurecimiento de medidas y justifican las muertes y los heridos rechazando, sonoramente y con fuerte peso desde los medios hegemónicos, el otorgamiento de las prisiones domiciliarias (salvo para genocidas) que ayudarían a limitar la crisis sanitaria en los penales atestados de pobres. En marzo de 2019 el entonces ministro Garavano declaraba la emergencia carcelaria, admitiendo una sobrepoblación del 300%. Pero claro, se debía al “buen funcionamiento de la justicia” y no a una política de control social y encarcelamiento indiscriminado de pobres.
Según datos oficiales, hasta 2018 el total de detenidos a nivel nacional era de 94.833. Según el reciente fallo de Casación bonaerense, los casos beneficiados serían 2.300, o sea menos del 3% del total. El fallo no es nada original, por dar sólo algunos ejemplos, en Francia fueron beneficiados 11.000 detenidos, en Nueva York el 20% –unos 1.500– en marzo y lo mismo hicieron otros estados de Estados Unidos; en Italia se pasó de 61.320 encarcelados a 55.036 entre fines de febrero y principios de abril.
Por su parte, la acordada de la Cámara de Casación Federal dice expresamente que el beneficio, en el contexto del COVID-19, se podía otorgar en caso de situación de riesgo sanitario (revisando caso por caso), para mujeres embarazadas o que estén en prisión con sus hijos, y simplemente ratifica situaciones ya establecidas en el Código Penal respecto a quiénes no deberían estar en prisión o se encuentran en condiciones de obtener un beneficio por el tiempo cumplido de la pena o lo estuvieran gozando: personas condenadas a menos de 3 años, con salidas transitorias otorgada, en condiciones de solicitar la libertad condicional o asistida (a 6 meses de cumplir la pena), quienes superen los dos años de prisión preventiva o con prisión preventiva por delitos no violentos. Por ende, no es liberación ni es masiva, ni debería ser novedosa.
Los jueces que firmaron el beneficio para algún genocida, violador o femicida, deberían dar cuenta de ello. Pero eso no cambia la realidad de que las cárceles están llenas de jóvenes pobres, en primer lugar por delitos contra la propiedad privada (esa por la que la burguesía pone el grito en el cielo cuando es atacada, cuando es ella quien nos ha expropiado de casi todo), y en segundo lugar, bastante lejos, por narcomenudeo. No es que faltan cárceles, lo que sobran son presos. Más de la mitad están con prisión preventiva sin condena; es una realidad que excede a la Argentina, y el número de detenidos seguirá creciendo porque es una política de Estado a nivel internacional desde hace décadas.

Como se puede ver, el sistema capitalista utiliza la pandemia y la campaña del miedo para probar nuevos mecanismos de control social y aceitar toda la institucionalidad represiva. Dependerá de la clase trabajadora y los sectores explotados sacar la conclusión de que la única seguridad que nos brinda este sistema es saber que debemos luchar a brazo partido por derrotarlo y salir de la barbarie en la que hunde al conjunto de la humanidad.
Equipo Antirrepresivo LSR19/05/20

De una trabajadora de la salud en los barrios de CABA ¿QUEDARSE EN CASA?

En principio, como siempre me pasa, lo pienso desde donde lo vivo y desde lo que me preocupa en mi laburo: en un barrio imposibilitado de cumplir el aislamiento, con situaciones de hacinamiento crítico (que hacen que la vida cotidiana suceda fuera de las viviendas en buena parte, y aún dentro –por la falta de servicios y acceso al agua, cloacas, etc.– es imposible mantener las pautas de prevención (¡2 metros de distancia! ¡lavado frecuente de manos con agua y jabón!), un barrio donde el hambre y la violencia son constantes, exacerbadas en los últimos años con la crisis general. Donde la presencia de las fuerzas es siempre un problema y ahora se da vía libre a la profundización del hostigamiento, detenciones y torturas... y lo peor es que el discurso instalado también hace que vecinxs del mismo barrio estén pidiendo más presencia policial para que se cumpla la cuarentena.
Un barrio como tantos otros, donde los comedores reciben ahora todavía menos viandas o mercadería, que ya eran insuficientes para las necesidades de la gente, mientras la falta de comida se incrementa porque muchxs no pueden salir a trabajar (porque ya no tienen dónde, porque no lxs dejan circular, etc.), o cierran por los feriados o por la falta de recursos para la prevención y cuidado del personal (voluntario generalmente), donde no alcanza la leche que se reparte desde los centros de salud: "NOS VA A MATAR EL HAMBRE, NO EL VIRUS", nos dijeron el viernes en una recorrida por las casas.
Donde el sistema de salud colapsado y sin recursos se concentra como puede en este virus y poco más, mientras crecen los casos de dengue, mientras las personas mayores y con enfermedades o condiciones que las exponen a mayores riesgos en caso de contagio quedan menos acompañadas (aunque sigamos atendiendo y entregando medicación) y vuelve a quedar en evidencia la absoluta insuficiencia de las posibilidades de abordaje y atención en salud mental y violencias. Donde el cierre de las escuelas no tiene en cuenta la falta de espacios físicos, recursos y personas para el cuidado de niñxs y adolescentes, que terminan circulando por el barrio y expuestxs a situaciones aún más complejas y problemáticas.
Todas realidades que no aparecen cuando se presenta mediáticamente la situación de cuarentena como un “quedarse en casa, mirar la tele, ventilar, pasear al perro”… y como una enfermedad inicialmente presentada como de ricos chetos turistas. Porque tenemos personas que vienen de viaje porque laburan afuera (en España como empleadas domésticas o niñeras por ejemplo), y vienen a pasar unas vacaciones acá o vuelven porque se quedaron sin laburo, y las posibilidades reales de cumplir los 14 días de aislamiento son mínimas. O porque muchas mujeres laburan en casas de familias que vinieron de viaje y no las dejan aislarse ni dejar de ir a trabajar.
Porque por ahora (digamos, en cuanto a registro de la semana pasada) no está circulando, pero cuando suceda, la idea del carácter "democrático" del virus se va a ir al tacho rápidamente (me llegó por algunos grupos y mensajes eso y me dio mucha furia, porque me parece que circula esto de que el virus "nos iguala a todxs"), MOSTRANDO EL PESO DE LAS DESIGUALDADES EN LAS POSIBILIDADES DE ENFERMAR, ATENDERSE Y MORIR.
No hace falta pensar en las condiciones de salud de estas personas, mal alimentadas, y el impacto que tienen las enfermedades respiratorias todos los años, con o sin COVID.19, por las condiciones de vida (hacinadas, sin ventilación, con humedad, frío, sin luz del sol, etc., etc.). Personas y familias a quienes se pone al mismo nivel con el "le ganamos entre todos", con el mismo nivel de responsabilización individual como con el dengue, negando e invisibilizando las condiciones estructurales históricas que lxs afectan… y que van a seguir empeorando con la que se viene.
Débora Demarco – 25/03/20

CORONAVIRUS: VIRUS PARA MUCHOS, CORONA PARA POCOS


Tras el anuncio del aislamiento social obligatorio, las patronales de los diarios salieron al unísono - posponiendo la “grieta” - a replicar la misma consigna para todas sus tapas: “AL VIRUS LO FRENAMOS ENTRE TODOS”.
Sin embargo, los primeros en romper el espejismo de la unidad –en plena emergencia sanitaria- fueron los mismos de siempre, haciendo honor a su condición de clase: Techint despidió 1450 personas, Cinemark -empresa norteamericana con una ganancia anual de 3300 millones de dólares- desafectó a 60 empleados, Latam y Swiss Medical redujeron hasta un 50% los salarios, y las petroleras se apuraron para reclamarle al gobierno el Procedimiento Preventivo de Crisis que justifique suspensiones, reducciones salariales y cesantías; mientras tanto, a gran parte de los sectores populares se los detiene, o se promueve el escrache público y la denuncia –aunque la salida del hogar sólo fuera para cobrar modestos subsidios o retirar alimento en comedores-. Y muchos de quienes “gozan” aún de un trabajo se encuentran haciendo teletrabajo, la gran oportunidad para las burguesías de explorar aumentar sus ganancias a menor costo, en vista de una futura crisis de la que NO TODOS fuimos ni seremos responsables.
Del otro lado de la clase, las y los trabajadores de Astilleros Río Santiago y Madygraf (ex Donelly) producirán mascarillas, camas y alcohol en gel para amortiguar el colapso del sistema de salud, destruido por los mismos capitalistas que hoy responden con más precarización y despidos. Llamar “héroes” al personal de salud es, como mínimo, un acto de cinismo cuando ni siquiera hoy su “proeza heroica” es reconocida en sus salarios ni condiciones de trabajo… claro, son “héroes”, no trabajadores.
El verdadero virus al que debemos enfrentarnos como clase explotada es al del sistema capitalista: un enemigo visible y mil veces más grande y peligroso que el COVID-19.
¡Basta de despidos!
¡Reincorporación inmediata de les trabajadores!
Revolución Socialista o Más Barbarie Capitalista
Liga Socialista Revolucionaria 30/03/20

¡NO AL BLOQUEO GOLPISTA IMPERIALISTA CONTRA EL PUEBLO DE VENEZUELA!

Ante el desastre sanitario y económico interno, y la crisis mundial, el presidente Trump redobla el bloqueo impuesto contra el pueblo venezolano.
Hoy con la excusa del narcoterrorismo multiplica la presencia de sus fuerzas navales frente a las costas de Venezuela, pegando un salto en la militarización de la región.
También convierte en genocida el bloqueo económico, ya que la población depende de la importación de insumos para la vida cotidiana, que en el marco de la pandemia de coronavirus es un crimen de lesa humanidad
¡¡¡Fuera las tropas imperialistas de Venezuela y América Latina!!!
Liga Socialista Revolucionaria 02/042020

Pandemia. Algunos comentarios.

La desenfrenada expansión del covid 19, como un boxeador, le propinó un soberano cross de derecha al neoliberalismo, lo mandó a la lona y posiblemente no se levante más. Desde la esquina del cuadrilátero, el capitalismo sumamente preocupado, acusó el golpe dado a su pupilo.
Todavía existe incertidumbre sobre qué mundo quedará cuando pase la pandemia y, aun nadie puede mensurar a ciencia cierta y en detalle las secuelas, pero sí en líneas generales, que van a ser graves desde todo punto de vista.
Nueva etapa, fin de una era, período post neoliberalismo, fase de reconstrucción, como se la quiera llamar, pero en ningún momento se puede entender que el sistema imperante haya sucumbido, ni siquiera está herido de muerte. Como se pronunció Lenin: el capitalismo no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas que lo tumben.
La propagación del bicharraco desnudó mitos y fabulas del sistema: la revolución tecnológica, todavía no se ha encontrado vacuna o antídoto que le ponga freno; origen desconocido, pero que sin lugar a dudas deviene del manejo que hace la economía de mercado de la naturaleza y del cada vez más evidente y peligroso cambio climático, los desastres equivalentes a guerras que ocasionó el FMI: Grecia, Portugal, España, Argentina, entre tantos otros países. El nivel de pobres e indigentes que no disminuye, crece casi geométricamente. Ahora, como relativamente nuevos visitantes que han llegado para quedarse, por ejemplo, en los países nórdicos.
Con todo esto queda mejor visibilizado eso de “más barbarie capitalista”.
Algunas opiniones adhieren a que el próximo período tendrá “mucho más de estado y menos de mercado”. Algo dudoso para una economía mundial que, punto más, punto menos, se basa en el crecimiento ultra concentrado en todos los órdenes: productivo, comercial, financiero, especulativo, inmobiliario, enriqueciendo siempre a la misma clase social.
Por otro lado ¿Quién va a conducir ese Estado?
Al respecto hace poco se cumplieron 70 años de la primera edición de 1984. Una obra maestra que muestra un estado mundial donde se manipula la información, se practica la vigilancia masiva y la represión política y social. China se recupera de manera firme de los efectos de la pandemia, en tanto EE.UU. continúa con innumerables contagios y muertes, cuestión que no quita que amenace de invadir Venezuela a cada rato.
Entonces ¿un Estado a lo China? No gracias, paso.
Acerquémonos a nuestra región. Principalmente una zona que produce alimentos. Argentina tiene 55 millones de cabezas de ganado (supo tener más), es decir 1,3 vacas por habitante. Uruguay tiene 12 millones, que da casi 4 vacas por vecino oriental. En menor medida puede decirse lo mismo de Brasil y Paraguay. Son miles de toneladas de alimento que van a parar a distintas partes del mundo -sobre todo a China-. Estos cuatro países siquiera pueden alimentar dignamente a su propia población. Junto a la cantidad desmesurada de animales debe sumarse la ingente cantidad de millones de hectáreas dedicadas al monocultivo. Depredación, desmonte, gases, desertificación, crisis hídrica, empobrecimiento de la tierra y el ambiente. No es cierto que en estos países donde vivimos, contaminen menos que las grandes potencias.
El corona virus va a pasar, con su efecto de muertes y desastre. Vendrán otros de todo tipo, hasta tecnológicos.
Socialismo. Y revolucionario más que nunca. Tarea difícil y que tiene urgencia. Reformular un Estado y un gobierno democrático de veras, formar líderes.
Si no, pensemos en cualquier escenario de algunos de los episodios de Mad Max.
Carlos M. – 04/04/20

1º de Mayo: La tarea sigue siendo acabar con el capitalismo

Este 1° de Mayo encuentra a la clase trabajadora en un contexto inédito. Un tercio de la población mundial se halla en mayor o menor medida confinada en su vivienda, buena parte trabajando a distancia y haciéndose cargo de una porción de los costos patronales; otra parte viviendo en la incertidumbre sobre el futuro de sus trabajos o si cobrarán sus salarios, en todo o en parte; mientras que otros muchos, ya empobrecidos y precarizados de antemano, son empujados a decidir si se arriesgan a la posibilidad de enfermarse (y hasta morir) de coronavirus o a la certeza de no poder sustentar sus necesidades vitales mínimas. Las primeras consecuencias sanitarias, sociales y económicas de la pandemia son apenas la punta de un iceberg que hunde sus raíces en la creciente barbarie de un régimen social cuya razón de ser es la obtención de ganancias por unos pocos a costa de la explotación de las mayorías.
Luego de años de desguazar y privatizar el sistema público de salud mundial para convertirlo en un negocio más, la mayoría de los gobiernos más tarde o más temprano resolvieron que el método más efectivo para disminuir la propagación del virus es el aislamiento social, como si viviéramos en la Edad Media. Las miles de muertes son, en parte, producto de políticas al servicio de los grandes monopolios de la salud privada para los cuales la prevención es un gasto y la enfermedad es ganancia asegurada. Esta lógica guiada por beneficios económicos sin importar la salud ni el bienestar de la población es doblemente criminal teniendo en cuenta el desarrollo tecnológico y científico alcanzado hoy.
Mientras las condiciones de vida de millones se derrumban día tras día, se pone de relieve una realidad inocultable: que son los trabajadores y las trabajadoras quienes resultan imprescindibles para que la sociedad funcione, porque con su trabajo producen todo lo necesario para la vida (tanto bienes como servicios) y son quienes intentan salvar a millones de pacientes, poniendo en riesgo, incluso, su propia salud.
Y también deja a la vista que, como siempre, la burguesía de todas partes descarga y descargará todo lo que pueda las consecuencias de la crisis capitalista sobre las espaldas de las clases explotadas, con tal de no dejar de llevar a sus bolsillos ni un centavo de sus ganancias habituales o, incluso, aprovechando la crisis para multiplicarlas.
En este contexto, todas las medidas que puedan tomar los distintos gobiernos para intentar paliar en algo las miserias a las que se ven empujadas las masas cada día son imprescindibles pero resultan absolutamente insuficientes ante la creciente pauperización de millones. Las consecuencias de esta crisis social a escala planetaria, que se suman a un tembladeral económico en gestación desde antes, son y serán la excusa para una nueva y redoblada ofensiva del capital contra el trabajo que llegará hasta donde la lucha de los y las explotadas del mundo seamos capaces de enfrentar. La ofensiva incluye la puesta en funcionamiento de diversos mecanismos de control social masivo, la saturación de las fuerzas represivas sobre el espacio público y la represión a los sectores populares obligados a romper la cuarentena por hambre.
La irrupción del covid-19 exacerba las condiciones de desigualdad preexistentes y las expande cual pandemia social, demostrando que el capitalismo en descomposición es un régimen social caduco, inservible para la vida de la Humanidad y del planeta todo.
Esta situación inédita deja a la vista que no se trata de salir de la crisis del capitalismo (ésta, la anterior y la que vendrá) sino que se trata de salir del capitalismo en crisis permanente y su reguero de barbarie. Para ello, en primer lugar, para sobrevivir es vital desplegar la mayor unidad de acción ante los ataques de las patronales contra la clase trabajadora en todos los planos. Al mismo tiempo, resulta imperioso dar pasos prácticos hacia el nucleamiento del socialismo revolucionario local e internacional que tenga como norte inexcusable enfrentar y derrotar revolucionariamente el poder de los capitalistas y sus estados.
Solo así podremos construir una nueva organización social que haga de la vida en todas sus formas su razón de ser; una sociedad orientada hacia el bien común de las amplias mayorías, donde el objetivo de todas las acciones sea satisfacer las necesidades de millones y no las ganancias de un puñado. Una sociedad donde la producción se planifique para responder a las necesidades humanas y no a las del capital, donde las clases explotadas seamos protagonistas de una construcción social que permita alumbrar un nuevo futuro, por nuestro bien y el de las generaciones por venir.
Este Primero de Mayo rendimos homenaje a nuestros Mártires de Chicago, origen y ejemplo de nuestra historia plagada de luchas y regada de sangre, reivindicando con ellos una perspectiva clasista, anticapitalista, socialista y revolucionaria por un mundo libre de toda cadena.
¡Viva el Primero de Mayo!
¡Viva la clase obrera mundial!
Revolución socialista internacional o
más miseria, más muerte y más barbarie capitalista
Liga Socialista Revolucionaria